¿Cuántos de nosotros no hemos escuchado a alguien dar una opinión que termina lastimando u ofendiendo a otra persona, sin pretenderlo?
Hablando en estricta teoría, las personas con un buen conocimiento del mundo, con una excelente preparación educativa y un nivel de vida alto, deberían mostrar un cierto cuidado al expresar sus opiniones, puesto que cuentan con una amplia visión del contexto en el cuál se desarrollan.
Sin embargo, tanto ellos como quiénes no cuentan con este tipo de ventajas socioculturales, cometen el mismo error: expresar opiniones que denigran o ridiculizan a otros. Por poner un ejemplo, dicen: «todo mundo sabe que tal lugar es para tal tipo de personas» o «las personas que escuchan esto son estúpidas».
Oraciones que no hacen más que generalizar, dar por hecho situaciones o condiciones. Es verdad que la persona tiende a hablar desde su propia experiencia. Pero ello no debería encasillar o estereotipar a los demás .
Por lo tanto, el componente clave entre expresar una convicción de manera vehemente pero sin resultar «superficiales», por llamarlo de alguna manera, es la madurez.
Madurez, de acuerdo a la RAE es
Buen juicio o prudencia, sensatez.
Hablamos de la madurez psicológica, que no necesariamente tiene que ver con la edad. Si bien, hay valores universales que debemos proteger y defender, en el medio del blanco y el negro, hay muchas tonalidades de gris que deberían ser tomadas en cuenta antes de emitir una valoración. Y entenderlo es cuestión de tolerancia.
No hay que confundir la tolerancia con condescendencia o con ser indolente. Simplemente, es comprender que, aunque nuestro punto de vista sea válido desde nuestra experiencia y tenga todo el sentido, no es el único y que no poseemos la verdad absoluta. Nadie la tiene. Y las circunstancias en la vida, pueden cambiar de una manera tan radical, que podríamos hasta arrepentirnos de la vehemencia con la que hemos dicho algo en el pasado.
Sería un buen ejercicio que antes de soltar cualquier opinión al aire, pensáramos dos veces cómo vamos a decirla. No cambia lo que quieres o sientes, sino la manera de expresarlo como una opinión tuya, totalmente formada y con convicción, sin generalizaciones o escudos.
Autor: LCC Ileana Maya (toda información expuesta es propiedad intelectual de quien la escribe y la reproducción total o parcial se considera plagio).